Durante esos días se alimentaron a costa de los vecinos y robaron sin piedad, especialmente a los pobres.
Los alcaldes, procuradores y regidores de entonces fueron muy criticados por no haber evitado la catástrofe, ya que se les aviso desde Muñana de la llegada de estas malas gentes y sabían que los de Vadillo y Bonilla habían salido al encuentro de estos soldados, evitando el atropello engañándolos con ruegos.
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